jueves, 25 de junio de 2009


La maquinaria de la publicidad no descansa nunca probando nuevos límites y haciendo crecer su deuda infinita pero en estos días parece estar desorbitada con sus avanzadas políticas y sus promesas. En el apuro de los punteros de marketing podemos ver, entre otras cosas, a Mauricio en silla de ruedas diciendo “no me peguen soy Giordano”, a Néstor y Daniel en su chaleco químico, a un hombre común apretando el botón de destrucción masiva, a un ex-juez disparando a los transeúntes desde el quinto piso, a un amoroso atropellado por una 4x4, a los super amigos y la picana feliz. Algunos de los avisos parecen micro-programas de rehabilitación para los que fuman democracia por diez pesos.

Mi imaginación invita a Oscar Brahim a volver a sus intervenciones públicas. A infectar de lucidez ese territorio imbécil, productivo y aceitado de la propaganda.