martes, 12 de septiembre de 2006

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ushuaia















Certamen.

olvidorial

Bueno
Hoy en la heladera tenemos, entre las botellas y el queso, tecnología de punta.
Luego de una semana de experimentos, que si bien intensa sólo nos ha permitido probar nuestro invento en animales - si así puede llamarse a un cernícalo, una paloma, una corvina roncadora y un dibujito animado olvidado por los niños de nombre oso yogui- en quienes probamos las facultades de este aparato que en su mayoría desconocemos pero que por derecho de invención operamos sin encargo alguno. A partir de nuestra prueba y error podemos mencionar, como efectos comprobados, el cambio de plumaje del cernícalo, una paloma despeinada, una corvina que cambio su dieta indicando especialmente su obsesión por los sanguches de miga (con su consecuente necesidad de exploraciones secretas fuera del agua) y por último la extinción de un oso yogui ya herido por el olvido del televidente.
Con todos los riesgos que implica y eludiendo las normas internacionales vigentes en esta materia procederemos, aquí y ahora, a testear nuestra máquina en mamíferos parlantes.



1

Z
A partir de una combinación, supongamos por ejemplo: la Biblia y Platero y yo, un abismo y un despeñadero cara a cara; una repetición con variaciones contamina el aire que respiramos, la maquinaria montada nos permite la interrogación de esta viscosidad para luego redireccionarla mediante perdices virtuales hacia un destino indeterminado.

Y
Nuestras primeras aproximaciones nos demostraron que procedimientos como la poesía y la industria bélica -juntas y aplicadas- dan como resultado cartas de intención orgánicas, protocolos ultrajados, constituciones fileteadas, en fin: películas débiles y publicidades costosas.

X
La tarea del primer alfabeto pasó por la mano del druida y la cuña del comerciante, un debate que sigue dando tortazos en todo el mapa; una topología del sobreimpreso rueda en cada invento y en cada institución.

W
La cosa viene así: la reversible naturaleza de las cosas somos nosotros. Un bestiario en diáspora.

V
La confusión de un llamado: un niño y una niña avanzan de la mano hacia el espectáculo, él mira hipnotizado al malabarista, ella sabe de la presencia de la cámara digital.

U
Segunda confusión: ella pide el número de teléfono de él para grabar su mojadita. Él afila en ese caracol su sexo y corta la guía T hasta tener docenas de manzanitas.

T
En esta habitación sin muebles donde se apilan las uñas y una inexistente luz de luna permite al polvo ser biblioteca, a la biblioteca ser una sombra amarilla, a la sombra ser un color en braile, al braile ser un ojo que escucha, en esta habitación sin atributos se desparrama un olor tibio. Un escudo de baba y sangre, un enchastre.


Comentario para el operador: la imagen 1 es ahora la imagen 2.


2
Un ladrillo cocinado por el coco de krazy katz.
Ignatz poco tiene de panadero pero tiene el arte milenario del Toc!, el barro en el fuego y el pulso justo para el lanzamiento.
Una gata que no es cocina pero cocina y un ratón metafísico del ñoqui son el vórtice. Una cochinada de acá a la china.
En el perímetro revocado con tradicional cariño las sillas se aparecen como islas, luego de la travesía, el bote, el inmenso bote, escupe animales borrachos de genitales. La pulpería invita una vuelta y media y la media que falta se la ganan arañas y piojos que encuentran sangre y mosca sin esfuerzo.
En el cuarto la conversación se parte en grupos, por un momento pareció que el oriental abriría el paraguas en la nariz del gato anfitrión, pero no, gracias a una vivaz intervención del cardenal el paraguas se esgrimió enfatizando las orejas de Fernández que desplumó al pío pío con la victorinox. El ruido a matorral fue creciendo entre cri cris, yap yaps, cus cuses y maullidos en la confusión de esa selva, pero un solo trueno dejo parpadeando a todos. No cualquier chispa enciende el fuego ni cualquier gota lo apaga.
Enmudecido el zoológico el viento barrió las jaulas.
Un paso de tortuga son trece calaveras con sombrero.
Una araña pataleando 35 milímetros.
Volver locas a las cosas y no que las cosas nos vuelvan locos.
Un material.